Autor: Gilberto Aranguren Peraza
Transita
en medio de cedros
con
rostro desgastado y sentado con los pies
escondidos
entre escombros
mientras
se asoma la lápida llevada por su convulsión.
Domina
lo poco dejado en las aceras
un
nocturno tatuaje escala la cima de su árbol
las
voces acechan entre luces y ramas
escondiendo
la mirada de sus fantasías.
Palpita
con el sagrado grito de las trampas
hechas
con hojas y furia
inducida
por las fiestas de abril
y
la poca valentía de su obscura deshonra.
Sus
mentiras abrieron las puertas
asombraron
a los perros y su voz
dibujó
pliegues dejados por sus ojos
vigilando
el destino de las bestias.
Su
garganta dormida, sangra
nadie
se escapa para lavarse la cara
para
quitarse de encima el mal olor
de
estas avenidas construidas a lápiz.
Por
ello el Señor de los demonios
lo
recibió con la boca abierta de tierra
y
una leyenda para sostener la tarde
propia
de una estatua de cenizas.
"Se me inflamó el corazón" Intenso ah por cierto la imagen es excelente.
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