En la luna
mis manos contienen siglos de odio
el fuego tras del mar
huye desnudo a la otra orilla.
Los dedos de tu voz
sonríen deslizados
sudorosos
y con los años en ramas.
Esperáremos las flores a paso lento
con los huesos llenos de vino
mientras las ausencias
asustarán a los días
porque las voces
con la suerte del cuerpo
volaran bajo la tierra.
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