La separación de la luz y la oscuridad de Miguel Ángel (Italia, 1475 - 1564) |
La primera noche del apagón
Gilberto Aranguren Peraza
Las bocas han perdido luz.
Nadie entendió el sentido
la muerte
ni el margen escrito en el verso
doblegado ante tanta oscuridad.
No conocíamos las estrellas, ni el dolor
dejado por la brisa de los escapularios
ni el zumbido de los insectos
a medianoche, con el silbido siniestro
de las máquinas incautabobos.
Éramos pobres ante tanta inocencia de la noche.
Podemos ver cómo ella
se pelea con la tarde
sumisa se deja gobernar
con los dientes brillando con el cigarro
mientras bailan tranquilos el ruido
y las moscas.
Los escorpiones como el sol brillan
y piden a gritos
las predicciones de la calle.
Un marcalibro se sumerge
en una página equivocada
cuando miramos la televisión
con el vacío color de la telenovela
sentaditos en el mueble podado con el polvo
caído del techo.
Los grillos con su crujir
atormentan y las palmas se acurrucan para olvidar
la música a un solo tono
porque me duelen las rodillas
y cojeando me paro en la ventana para ver
pasar a la perra correr detrás de los camiones.
Se hacen las ochos, las nueve, las diez
cuando la luz cae de bruces
en nuestra puerta
cansada y atormentada de tanto andar.
De repente todo queda en silencio
veía en la DW
cómo se derrumbaba la torre de Notre Dame
entonces recordé la canción
Paris se quema, se quema Paris.
copyrigth©gilbertoarangurenperaza
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