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Escena de la calle de Edith Le Breton (Reino Unido, 1912 - 1992) |
Gilberto Aranguren Peraza
Recostada a la pared de la iglesia, la señora
se deja alumbrar por el reflejo de la luna
en la brillantez, su vestido amarillo y botas
plásticas, toleran el agua cuando golpea sus pies
por la estrecha calle inundada
de imprevistos, la fuerza iracunda
se acuesta con la soberbia en el jardín
una sombra en la medianoche
acompaña un agudo silbido. Dos enamorados tomados
de la mano apresuran el paso calle abajo
seguros están porque llevan sus cuellos
ahorcados. Es invierno. Corriendo baja un niño
con pan y mantequilla, va feliz porque no se dejó
quitar el almuerzo, y la estrecha calle
queda triste en sus manos
un joven de veinte años lleva en su cara
el incendio de un bosque en el verano
pasado. Se queja mucho, porque vio al demonio
deshaciendo los nudos de las imperfecciones
Lo miro desde la ventana. Luego
él me observa en el espejo de su habitación
luego baja apresurado
por la estrecha calle
la señorita provista de anunciaciones
feliz va con su virginidad sin saber
de los rincones oscuros
no le teme a la perdida. Esta deseosa de ella
Por eso baja y sube por el mismo camino.
Desde la ventana veo una ola
blanca. Los ladrillos se perfuman. Yo bajo
por la calle deseoso de cualquier cosa. Sin temor
a lo inexplicable. Miro a un lado, miro al otro
en ninguna parte encuentro los peligros acotados
en los rostros humanos. Todo es fantasía.
copyrigth©gilbertoarangurenperaza
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