Conjuro de Eugenio Hermoso (España, 1883 - 1963) |
Gilberto Aranguren Peraza
Conjuro
Anoche vi cómo una vela reflejada en la ventana
de vidrio, abría al encenderse. Fue cuando el grito
saltó
en la sala y nuestros corazones se inflamaron
como la vela.
Todos observábamos asombrados al virus, al lápiz
y a la tinta pintando las paredes de piedra.
Me tomaste de la mano mientras las horas despedían
lo dejado por el aguacero cuando las gotas
en el techo
se estrellaban como metras en un juego de raya.
Un niño apareció de repente y nos denunció
por dejarlo abandonado en la habitación
cargando
pieles mientras encerrado dormía con placer.
Sólo despertó ante el anuncio de la lluvia y se sentó
en el callejón construido en la sala
con nuestros cuerpos.
El corredor de la casa servía muchas veces
para guardar
ideas avergonzadas: las metíamos en los ladrillos
nunca
frisados y luego nos olvidábamos de ellos con
la llegada
de las hormigas y de las cucarachas. Aun así todo
estaba cubierto
de poesía, porque cuando golpeábamos las paredes
los versos
comenzaban a cruzarse y el café en la cocina
impregnaba
con su aroma las tardes. Después venía el colarlo
muchas veces
hasta perder su color.
Cuando dejaba de llover nos recogíamos a ver
cómo llegaba la calma y la vida se convertía
en un camino
de agua y viento. Mi madre sabía deshacerse
de la muerte
porque conjuraba con lentas pisadas y con
su cansancio
toda lucecita aparecida
y escondida entre la hierba.
copyrigth©gilbertoarangurenperaza
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