Autor: Gilberto Aranguren Peraza
desamparados
con voces
de tarde.
Cenizas afligidas
lloran asombradas
porque creyeron en la eternidad.
La lluvia
acarició
a los amantes sin pieles de árbol
porque el señor
amansó al bosque
con alegría de leche materna
aseguró con las piedras
el juego que lo llevó sin piedad al infierno
con el aire
de los fantasmas temibles.
Por eso
su fatua maldad
olvidó
el secreto de las ánimas breves
que recogen el fuego del pasado.
con voces
de tarde.
Cenizas afligidas
lloran asombradas
porque creyeron en la eternidad.
La lluvia
acarició
a los amantes sin pieles de árbol
porque el señor
amansó al bosque
con alegría de leche materna
aseguró con las piedras
el juego que lo llevó sin piedad al infierno
con el aire
de los fantasmas temibles.
Por eso
su fatua maldad
olvidó
el secreto de las ánimas breves
que recogen el fuego del pasado.
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