Estudio de un hombre de Eugene Jansson (Suecia, 1862 - 1915)
Gilberto Aranguren Peraza
De los ojos de Dios
"Y alguien apagó
el aparato, desapareciendo las imágenes inquietas."
Raymond Carver
Un informe
En medio de la lectura de un poema de Carver,
el cinismo propio de las columnas de humo
dejado por el cigarro abren con cautela los grifos
de agua
Y el día comienza a sostenerse en imágenes
sobre todo en aquellas donde recordamos
los cuerpos bajo la ducha: con piernas
firmes y barrigas sin estrías, con cuellos sin arrugas
y rostros sin la despiadada alegría de los años
Es la vejez me dices con ternura y yo solo pienso:
me late el corazón y pareciera salirse por un orificio
por la espalda. Pero el río continua su curso
y los musgos siguen napando las piedras.
"Es el destino", me recuerdas
Pero tu desnudo se le ocurrió asistir
sigilosamente, a presenciar las horas
de la tarde. Un reloj de arena y una ventana
abierta: los desnudos pierden suavidad
cuando las horas, poco a poco, al igual los ríos
van cediendo humedad. Cuando nos desnudamos
trazamos en el aire una imagen lenta y sinuosa
Y las piedras del río napadas
de musgos, sin darnos cuenta cuelgan la piel
Y tú me dice "es el destino"
Mi desnudo fue descubierto por un sapo, cuando
bañándome entre maizales, unos ojos curiosos veían
mi forma como si fuese una sombra. Un silbido cobijó
mis secretos
y los ojos aparecieron como antorchas
ante la serenidad
de la noche. Me miraban y recorrían
mis líneas. Desde entonces las puertas se abren
en silencio
porque la vida, convertida en un espejo
es el reflejo finito de cada cicatriz y mancha
aparecida en la piel. Porque a veces te escucho
llegar a mi casa, aquí dentro
de mí
Tu voz con olor a laurel y a canela se sirve a sí
mismo un té negro. Bebemos sin apuro
mientras te acercas a mi pecho y juntos escuchamos
el rumor de las ventanas cuando se agitan debido
a la algarabía del vecino cuando hace el amor
Entonces nos besábamos y los besos se convierten
en alientos de verano, porque duran exaltados
una eternidad. Siempre nos asombramos
de nuestra capacidad de resistencia por la duración
de los besos. Y a través de una luz encendida en el fondo
del corredor y desde la cama vemos lo infinito
de puntos aparecidos en el espejo, parece el cielo
estrellado una vez visto en los páramos, son como
lluvia de lágrimas arrancadas de los ojos de Dios.
copyrigth©gilbertoarangurenperaza
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