Autor: Gilberto Aranguren Peraza
Apareces en mi memoria fresca y con un moño
de carato preparado con menguadas venas
esas manos metidas en la seda, calculan
cada región de estos años y de los almuerzos
de aquellos días de enero después de la navidad.
Nos deteníamos en la puerta a esperar el frío
tu voz se confundía con la locura mientras lanzabas
tus despojos de grandes gritos en un cántaro de huesos.
Aceptaba la reliquia con flores colgadas en mi hombro
mientras oía las canciones de Felipe Pirela
morir en tu boca de gallo a las tres de la mañana.
Despabilada mi alma miraba el desierto en tus ojos
mientras el humo intranquilo salía de tu boca
preguntando el lado exacto de estos ahogos de hierba.
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