Autor: Gilberto Aranguren Peraza
Sediento y
suspendido en el reino de su cruz
miró entristecido
la mentira traída de otros mundos
al final enmudeció
como todos
encontrando a su
paso a la víctima de sus miserias
hasta descubrir
con lágrimas en los ojos
la ausencia
presente en su mortalidad
convirtiendo sus
gestos en un canto oscuro
hasta perder la
voz
miedoso del
infierno
transitó el umbral
con un silencioso
beso en la
mejilla.
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