Las señoritas de Avignon de Picasso
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La doncella se
mueve con sus brincos olorosos a brisa
su rostro es parecido
a una larga calle
donde reposan
los muelles
con sus silbidos
de huesos.
Sus manos doblan
con facilidad los espejos
transparentados por
los vientos
intensos y servidos
como huellas en la alfombra.
Toda ella es un abismo
por donde se sumergen
intranquilos los
fantasmas de la tarde
sentados y desprevenidos
en el parque
con sus murmullos
de motos y aire
y con los torrente
de humo suavizando
cada espacio de la
acequia.
Autor: Gilberto Aranguren Peraza
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